La felicidad organizacional
La felicidad siempre será un tema apasionante. Los filósofos clásicos le dieron mucha importancia: Aristóteles la consideraba el supremo bien y el fin último del ser humano y sostenía que la verdadera felicidad consistía en hacer el bien. Hoy se habla de un constructo que se traslapa con otros que se refieren a juicios o experiencias agradables en el trabajo. Por mucho, el más difundido es el de «satisfacción laboral». Según la academia, la felicidad organizacional incluye la satisfacción laboral, pero es mucho más que eso: una medida exhaustiva de la felicidad a nivel individual podría incluir el compromiso laboral, la satisfacción laboral y el compromiso organizativo afectivo. ¿Han considerado evaluar el nivel de felicidad en su organización? Por lo menos, se podría empezar con el área en la que trabajamos. Más aún si el reto incluye a los trabajadores remotos.
El sentido de pertenencia, las buenas relaciones interpersonales, el compromiso con la diversidad y la responsabilidad social, la práctica de la comunicación abierta, son factores determinantes de los mejores niveles de felicidad. Tiene mucho sentido que estos factores favorezcan altos niveles de felicidad, pero en el fondo ¿qué significan estas características y por qué deberíamos interesarnos en que todos se sientan suficientemente felices?
Realmente no se puede complacer a todos: lo que agrada a uno puede incomodar a otro. Entonces ¿hay un nivel de felicidad organizacional que se debe superar para, por lo menos, dormir con la conciencia tranquila?, ¿cuánto debemos dedicarnos a tener una organización feliz?, ¿son las organizaciones espacios para promover la felicidad de los colaboradores? Las acciones de los competidores, las regulaciones del gobierno, las presiones por una orientación socialmente responsable e incluso una crisis sanitaria ya someten a las organizaciones a bastante estrés y pueden hacer «muy infelices» a sus planas gerenciales, colaboradores y accionistas.
Sabemos que es utópico un 100 % de felicidad organizacional, pero reconozcamos que organizaciones con colaboradores ‘felices’ pueden generar, por una larga lista de razones, un equipo dispuesto a dar lo mejor que nos ayude a navegar por ‘aguas turbulentas’, comprometerse con los objetivos, aportar ideas valiosas para la estrategia y, por si fuera poco, regresar al día siguiente con más ganas de lograr los objetivos.
Dos grandes pilares que ayudan enormemente en la construcción de la felicidad sostenible dentro del lugar de trabajo:
1- Liderazgo:
El jefe de área o departamento debe crear una atmósfera que permita que los colaboradores trabajen por un mismo objetivo. Para esto, es necesario que el líder sea capaz de inspirar seguridad y confianza, las cuales no pueden ser tomadas como instrucciones. Un jefe no puede simplemente ordenar que los colaboradores confíen en él y se sientan seguros, la seguridad y la confianza son sentimientos, no instrucciones, y estos sentimientos deben ser inspirados por el líder del equipo.
Uno de los grandes problemas en las empresas y que sin duda afecta el clima organizacional, es que tenemos más jefes que líderes, y sí, a un jefe le hacemos caso por su rango, pero no lo seguimos. Mientras que a un líder no solo le hacemos caso, lo seguimos y lo admiramos.
«El liderazgo es una decisión, no un rango». Simon Sinek.
El desempeño de un jefe influye hasta un 70% en el clima organizacional y el clima organizacional afecta hasta un 20% de los resultados de toda la empresa. Es por esto que se hace tan relevante la transformación de jefes, a líderes inspiradores de confianza y constructores de felicidad en el trabajo.
Cuando decimos que liderar es una decisión, se trata de que el líder debe tomar las riendas del equipo en muchos niveles, además de solo el de dar órdenes. Debe tomar la iniciativa, conocer lo mejor posible a su equipo para identificar sus propios líderes, conocer las necesidades y deseos de sus colaboradores para sacar lo mejor de cada individuo en pro de su equipo. En las empresas necesitamos más líderes que no solo comanden, sino que también apoyen. Que no solo exijan resultados, sino que también los inspiren. Que no solo se preocupen por los objetivos, también por las personas. La felicidad depende mucho de las personas que nos rodean, de aquellas que nos ayudan y nos inspiran a ser mejores.
2- Relaciones Interpersonales:
Las organizaciones somos grupos de personas que interactúan a diario. Inclusive, los empleados en ocasiones pasan más tiempo con sus compañeros de trabajo que con sus familiares. Es inevitable entonces, que entre las personas se generen relaciones y sentimientos de amistad, de confianza, de amor y también, de enemistad.
¿Cómo estamos aprovechando y potenciando las relaciones positivas en las organizaciones, y a la vez disminuyendo las relaciones negativas?
Las relaciones interpersonales están dadas según un filtro llamado “experiencia”. En la mayoría de los casos juzgamos a las personas de acuerdo a experiencias previas y situaciones del pasado, que hacen que le pongamos ese filtro a la percepción que tenemos de los demás. Creemos saber cómo es una persona, pero no nos damos la oportunidad de conocerla.
Para que tengamos relaciones alegres, sanas, colaborativas dentro de la organización, al igual que con una familia, es de vital importancia generar espacios que propicien el fortalecimiento de las relaciones, actividades que permitan conocernos mejor, romper el hielo y eliminar los juicios con los que percibimos a nuestros compañeros de trabajo y como resultado, tendremos sinergias que no solo apuntarán al cumplimiento de los objetivos como equipo, sino que también propiciarán el surgimiento de nuevas ideas que apoyen los procesos de innovación de la compañía.
Los colaboradores son parte de una familia llamada empresa y debemos tratarlos como tal. No sacamos alguien del grupo familiar solo porque se equivoca o tiene problemas. Buscamos herramientas para solucionar el problema en equipo.
Siempre podrán existir roces entre las personas, ya que no pensamos ni actuamos de la misma manera. Pero cuando entendemos que no somos iguales y que cada diferencia entre nosotros es un aporte al equipo y a su mejoramiento, es mucho más fácil dirimir cualquier desacuerdo o discusión.